A Álex lo que más ilusión le hacía, desde pequeño, era trabajar de noche en el museo de su ciudad. Siempre había oído historias muy raras que ocurrían en los museos y quería comprobar si era verdad.
Pues sí, su sueño se cumplió.
Un día lo llamaron porque se jubiló el guardia de seguridad que llevaba allí toda la vida, o eso era lo que pensaba Álex.
Esa misma noche…
¡Oh! Todo comenzó a cobrar vida.
- ¡Qué pasada! – Álex alucinaba.
Al principio todo eran sorpresas, pero después empezó a asustarse un poco y pensó en marcharse, pero no conseguía encontrar la salida.
- ¿Dónde está la salida? – le preguntó a una piedra enorme.
- Ton, ton; tan, tan; ton-tón – le contestó la piedra, burlándose de él.
- ¿Dónde está la salida? – le preguntó a El Pensador.
- Ah, sí, claro, espera… no, no sé – le respondió la estatua, sin aclararle nada.
- ¿Dónde está la salida? – volvió a preguntar Álex, esta vez a un mono. La respuesta del mono fue la de hacer pis hacia una pared. Entonces Álex se dirigió a aquella pared y descubrió que había una puerta secreta.
Por fin Álex había encontrado la SALIDA.
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